sábado, 28 de septiembre de 2013

Con el tiempo aprenderas


Con el tiempo… aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a alguien, aprenderás que amar no significa apoyarse y que compañía no siempre significa seguridad.

Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y no con la tristeza de un adulto y aprenderás a construir todos tus caminos sobre el presente, sabiendo que el terreno de mañana es incierto para los proyectos y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.

Con el tiempo… aprenderás que el sol quema si te expones demasiado, y aceptarás que incluso las buenas personas pueden herirte alguna vez y que sólo necesitas perdonarlas…

Aprenderás que compartir puede aliviar los dolores del alma. Descubrirás que se tarda años en construir la confianza y apenas unos segundos en destruirla y que tú también puedes hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida.

Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias, y que no importa qué es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida, y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir. 

Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.Te darás cuenta de que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa o simplemente nada, sólo por el placer de disfrutar su compañía.

Con el tiempo… descubrirás que muchas veces no acabas de apreciar a las personas que más te importan y por eso tendrás que aprender a decirles que las amas… nunca podemos estar seguros de cuando será la ultima vez que las veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero finalmente somos nosotros los únicos responsables de nuestras decisiones y actos.

Con el tiempo… aprenderás que no nos debemos comparar con los demás, que sus vidas y sus virtudes sólo deben servirnos de inspiración. 

Descubrirás que se necesita mucho tiempo para llegar a ser la persona que quieres ser y que el tiempo es corto. 

Aprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlarán a ti, y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuan delicada y frágil sea una situación: siempre existen dos lados, dos posturas, dos mentalidades.

Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario, enfrentando las consecuencias y que la paciencia sólo se adquiere con mucha práctica.

Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte.

Con el tiempo… comprenderás que madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con la cantidad de años vividos.

Descubrirás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que pensabas. Que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque si te creyera sería una tragedia, porque le estarías robando la esperanza.

Aprenderás que cuando sientes rabia, estás experimentando un estado emocional propio y que esto no te da derecho a ser cruel.

Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que tú quieres, no significa que no te ame con todo su corazón y que también hay personas que nos aman, pero que no saben como demostrarlo… 
No siempre es suficiente que los demás te perdonen, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.Con el tiempo… comprobarás que con la misma severidad con que juzgas, también serás juzgado y hasta es posible que seas condenado. 

Aprenderás que no importa en cuantos pedazos se partió tu corazón, puedes estar seguro de que el mundo no se detendrá para que lo arregles.

Aprenderás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto, debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores.

Con el tiempo… sabrás realmente lo que puedes soportar; comprobarás que eres fuerte y que puedes ir mucho más lejos de lo que pensabas. 

Entenderás que realmente la vida vale la pena cuando tienes el valor de enfrentarla.

Shakespeare


martes, 24 de septiembre de 2013

El síndrome del nido vacío

El momento en que el último hijo abandona el nido, puede ser un proceso muy vulnerable y doloroso para algunas madres. Se entiende por tal síndrome, un trastorno afectivo, con sintomatología de tristeza y perdida. La madre no ha podido elaborar el duelo final, aceptar como su hijo deja el núcleo familiar... para ir construyendo su propia historia. Cabría preguntarse: ¿Por qué tiene dificultades para desprenderse del vínculo que hasta entonces tenía con su hijo? ¿Encontrarse con él de manera distinta y alegrarse de que puede caminar solo?

La mayoría de mujeres que padecen este síndrome, lo viven como una crisis de identidad femenina -puesto que han sido educadas, para ser madre, esposa e hija- personas que se han dedicado en exclusividad a la crianza y educación de sus hijos. Quedándose pegadas a ellos, y sin ninguna razón para continuar. Todo se acaba, ¿ahora para qué y para quién? La respuesta es simple: Para ti. Para quien tendría que haber sido siempre… ¿Qué ocurrió que la maternidad hizo que desaparecieras? ¿Dónde quedo tu vida? 

Aunque para ser justos (si pensamos sin apresurarnos), ser madre implica muchas cuestiones, tanto conscientes como inconscientes. Nos quedamos embarazadas, donde iniciamos nuestros primero pasos juntos, para luego parirlo (hermosa paradoja) desgarrándonos,  y sin embargo, sintiéndonos plenas al tenerlo en nuestro brazos. Lo amaremos incondicionalmente con toda la extensión de su significado: dedicación, ternura, sostén.,, Pero también,  proporcionándole las herramientas necesarias para su autonomía, en el fondo, su maduración personal.  Teniendo claro que nuestro hijo, como dice el autor libanés Khail Gibran, “no es nuestro, sino de la vida”. 

Nuestros hijos necesitan "mamás" responsables, dedicadas, pero independientes, con proyectos, con ilusiones, en definitiva con su propia vida. Estés en el momento que estés, piensa en todo lo que te queda por vivir, nunca es tarde… Incluso si te acecha la sintomatología de un síndrome del nido vacío...detrás de esa “cortina tupida”, se esconde una  experiencia de crecimiento... que se va a abrir ante ti. Siempre es posible devolverle su vida, con la alegría de dejarle partir, después de haberle acompañado, y sobre todo, devolvérnosla a nosotras mismas. Continuar nuestro camino, con sosiego y serenidad, por lo que hemos ofrecido. Con la certeza de toda la  creatividad, que todavía nos queda por irradiar,  como madres (otra fase), como mujeres y como personas… ¡Animo, no te detengas….descúbrete de nuevo!

sábado, 14 de septiembre de 2013

Lo que quiero ahora

Hoy,  voy a compartir con todos vosotros un magnífico artículo, "Lo quiero ahora", de la escritora y periodista Ángeles Caso, ganadora de numerosos premios literarios. Al leerlo, además de regalarnos  su excelente forma de escribir, nos extasía y (con)mueve con una profunda reflexión sobre la vida...

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.



jueves, 5 de septiembre de 2013

¡Hay que buscarse un amante!


Surfeando por Facebook,  me encontré esta reflexión. Una invitación a uno hacerse "novio de la vida"... Resistirse a que la vida  nos pase,  pero nosotros no pasemos por ella... no nos ilusionemos, no nos arriesguemos, quizás sufriendo o quizás apasionandonos... ¿pero sino que es? Estar en nuestra burbujita... seguros, sí,  pero en el fondo...muertos en vida ¡¡¡Les invito a "buscarse un amante", a ser auténticos y a disfrutarlo!!!


Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores. 

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro:

"Depresión" y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE.

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica!. Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más.

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición:

Amante es: "Lo que nos apasiona". Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir. 
Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.

A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby...

En fin, es "alguien" o "algo" que nos pone de "novio con la vida" y nos aparta del triste destino de durar. 

Y que es durar? - Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia.

Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante, se vos también un amante y un protagonista... de la vida

Pensá que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.

Lo trágico, es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante...

La psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo trascendental:

"Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida".

JORGE BUCAY

Compartido de Facebook, perfil de Marvin Ruiz.

martes, 23 de abril de 2013

La lectura ¿Obligación o placer?


Llega el Día del libro, San Jorge… ¿Y cómo no vamos a comprar un libro?  Nos lo envuelven y satisfechos con nuestra adquisición, nos dirigimos  para casa. Lo pondremos en la mesita de noche, con el propósito de usarlo como lectura para dormir y desde luego, puede llegar a ser un efectivo somnífero... Empezamos a leer, cómodos en nuestra cama, satisfechos de poner en práctica nuestra idea  y a mitad de página, estamos disfrutando…pero no del libro…sino de un profundo sueño.

Es conveniente, que esto no nos lleve al desanimo o a castigarnos, por sentirnos mal de “no tener voluntad”. Todos sabemos los beneficios de la lectura, pero también es importante comprender, que por mucho que nos propongamos algo firmemente, si no conecta con algo interno, con nuestro propio deseo, el recorrido de esta aventura va a ser muy corto…

¿Pero cómo despertar el placer por leer? ¿Cómo hacer para sentirnos cautivados por la lectura? Lo más importante para que un texto me atraiga, es que tiene que  ofrecerme algo, a saber,  un tema que  me interese, poder establecer un dialogo con el autor, acompañarle, pero desde una perspectiva “viva”. Creando y re-creando la lectura, no tengo por qué estar de acuerdo o sí, sólo es el lienzo donde yo también voy a dar mis propias pinceladas. Una lectura que me permita cuestionar, imaginar, disfrutar, frustrarme…

Para los aficionados al futbol, un periódico deportivo, les ofrece un montón de posiblidades en que se sienten motivados para empezar a leer y para continuar.  Leen cómo ha ido el partido, pero a la vez, se enfadan, porque no están de acuerdo con la tarjeta amarilla que le sacaron a tal jugador, discuten sobre el comportamiento del entrenador o se hinchan de orgullo ante el triunfo de su equipo, etc. 

Para los amantes de la aventura, una novela que sumerge al lector en mundos llenos de color y matices, lo van imaginando a su manera, conforme van leyendo, esperan un final u otro, les sorprende la reacción de un personaje o empatizan con otro, porque se sienten identificados…En definitiva, acaban sintiéndose protagonistas y no meros espectadores…

Y al hilo de esto, simplemente abrir la reflexión ¿Promovemos como adultos, seamos padres, profesores, etc la lectura en los niños? ¿No nos equivocaremos en la perspectiva y en vez de contagiar el entusiasmo por la lectura, estamos ahogándolo? ¿Nos situamos en la sociedad actual con sus propias características, aprovechándolas o por el contrario, nos cuesta adaptarnos? ¿Recordamos cuando éramos niños, sin perder nuestro lugar de adultos, provocando puentes hacía la fantasía y el juego, o anulamos cualquier posibilidad con nuestra imposición férrea?

jueves, 18 de abril de 2013

No te rindas. Mario Benedetti

“No te rindas”, es un bello poema de Mario Benedetti.
 Con el que logra conmovernos y transmitirnos,  a través, de las pinceladas que va perfilando, todo un "canto"  sobre la  resilencia...  La capacidad para afrontar las adversidades de la vida, surfear en ellas y salir fortalecido...


No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti



martes, 9 de abril de 2013

El paso de la edad... ¿Te hace sentir invisible?


Voy a compartir una reflexión que encontré de forma casual, posiblemente por eso me sorprendió y conmovió todavía más... No la vio a comentar, creo que habla por ella misma...

Dicen algunos,  que a cierta edad, después de los cuarenta, nos hacemos invisibles,  que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes. 
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia como ahora.
Ahora  que no soy la princesa de un cuento de hadas y que no necesito que venga a salvarme un principe azul en su caballo blanco, porque ni soy una princesa, ni vivo en una torre, ni tengo un dragón que me esté custodiando.
Hoy me reconozco mujer, capaz de amar.
Sé que puedo dar sin pedir, pero también, sé que no tengo que hacer nada, ni dar nada que no me haga sentir bien.
Por fin encontré  al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser una persona perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás y a pesar de ello sentirme bien.
Y por si fuera poco, saberme querida por muchas personas que me respetan y me quieren por lo que soy, si, así un poco loca, mandona y muchas veces terca.
También cariñosa, habladora, besadora, abrazadora y a veces por algún motivo, triste, porque también tengo mis momentos tristes, esos en que me pongo con cara larga con un aire pensante y me da por llorar.
Cuando me miro al espejo ya no busco a la persona que fui... sonrió a la que soy.... Me alegro del camino andado, asumo mis contradicciones.
Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr tras los sueños.
Qué bien ya aprendí a tener paciencia.
El ser humano tarda mucho en madurar, ¿verdad?
Hoy sé, que no puedo retener el mar, aunque no quisiera dejarlo.
Sólo lo contemplo, me lleno de él y cuando tengo que partir, me despido diciéndole. ¡Hasta pronto!
También hoy sé que mis amigos y amigas son peregrinos del mismo camino y que en cualquier momento nos encontraremos y querremos.
Hoy sé que nadíe es responsable de mi felicidad, solo yo misma.
Hoy sé que la vida es bella, porque la he visto partir ya muchas veces.
Hoy sé que el viento extiende sus brazos cuando camino por la calle y que sólo depende de mi sentirlo.
Hoy vivo la vida así como es, con sus idas y venidas, con sus amores y desamores, con sus ratos de marea baja , con sus puestas de sol, con su ruido incesante.
Sólo quiero dejarla correr. No quiero pedirle nada.
Sólo quiero tener lo que yo busque, lo que yo merezca.
Hoy me doy cuenta que no soy una mujer invisible..

Mujeres en la edad invisible

sábado, 6 de abril de 2013

El orgullo...nuestro amigo o nuestro enemigo...



El orgullo, como casi todas cuestiones en la vida, se puede interpretar de distintas maneras. En la Real Academia aparece como “Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas”.  Pero, también podemos leerlo desde una perspectiva más positiva, como “satisfacción personal, que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso”. Y no nos olvidemos, del orgullo que sentimos por otras personas…

Sin embargo, este comportamiento, el orgulloso,  nos puede jugar malas pasadas en nuestras relaciones sociales, sean pareja, amigos, familia… Cuando no podemos prescindir de él, porque nos sentimos desnudos y vulnerables, atrincherándonos en un lugar seguro, pero tan vació y frío.

Impidiéndonos a nosotros mismos, pensar en otras posibilidades,  porque nos lleva  a un terreno de arenas movedizas, que nos hará sentir temerosos, no fiables, culpables…Cuando en realidad, la verdadera seguridad, es silenciosa… En todo caso, muestra vestigios de humildad y de flexibilidad…

¿Puedes permitirte escuchar al qué tienes enfrente, observar la situación, sin sentirte invadido? Porque hay momentos que merece la pena, soltar nuestro orgullo y dejarnos llevar…


Más información: orgullo

martes, 2 de abril de 2013

Regreso de vacaciones... con sentido del humor


Un poquito de sentido del humor, para la vuelta de vacaciones... 
No permitas que la rutina pueda contigo...
Un buen "antidoto": Una actitud positiva y una amplia sonrisa... 





Vuelta de vacaciones...


Cómo cada año, miles de personas regresan de sus vacaciones, teniendo que incorporarse a sus vidas cotidianas. Pero a muchas de ellas, este proceso les resulta muy complicado, inundándoles sensaciones de malestar.. Es lo que se conoce como síndrome postvacacional, dándose una serie de síntomas, hasta que la persona puede ir adaptándose, poco a poco, al ritmo diario.

Este síndrome puede durar unos días y entre la sintomatología que se pueden presentar, está la tristeza, desmotivación, insomnio, irritabilidad, cambios de humor y algunos físicos, dolores y molestias musculares, de cabeza, de estómago…Evidentemente, no se trata de una patología física, sino de un desajuste emocional. El cual pone en juego nuestra capacidad de adaptación, ante las circunstancias externas.

Si el periodo de malestar se alarga más de unos días o semanas, habrá que pensar en algo más profundo, que estaba latente, pero ha despertado y hay que atenderlo…


Para más información: sindrome postvacacional


sábado, 23 de marzo de 2013

La decisión de separarnos..cuando tenemos hijos


Algunas parejas con hijos, conscientes de que una separación les va a repercutir enormemente, van postergando esta decisión. Sienten como el amor que una vez les unió, se ha escapado a hurtadillas por la ventana, el respeto también huyo con él, pero bueno… se  quedo la incomodidad, los reproches, la decepción y la tristeza.

Hay progenitores que se quedan paralizados en ese ambiente más conocido, no por ello más óptimo, justificando que lo hacen por sus hijos. Pero siento decirlo, flaco favor les hacemos, esto será una factura pendiente que tendrán que estar pagando “no me separe por vosotros, pero he sido tan infeliz”.  Qué precio más caro “se sacrifico por mi”, creando un sentimiento de culpa, conflicto de lealtades y de deuda, tremendos.

Podremos pensar todo esto, con la mejor intención, seguro…pero  no nos engañemos,  no es cierto.  Hace falta tener  valentía,  para mirarnos con la suficiente sinceridad y buscar dentro de nosotros. ¿Qué nos hizo quedarnos? A pesar, que a nuestros hijos, no les podemos ofrecer un ambiente en armonía, unos padres tranquilos, ni un modelo de pareja que se respeta y ama maduramente, con sus más y sus menos, pero con amor.

La estructura familiar va a cambiar, por supuesto.  Algunas mamas dicen entre lagrimas “yo quiero que mi hijo viva con su padre”, es cierto los hijos necesitan a ambos padres. Aunque no a costa de todo, la “carga” de  silencios forzados, las malas caras, la indiferencia rondando por todos los rincones, discusiones sin fin o en el peor de los casos, agresiones, viviendo en un caos continuo.  En el que se sienten muy angustiados, porque intuyen el ambiente enrarecido, de un hogar que es todo menos seguro y confiable,  esperando que en cualquier momento, se desate la tormenta.

Nuestros hijos ven nuestras actitudes, aunque las disfracemos de conformidad, siendo éstas  el caldo de cultivo, con que  se irán identificando y construyendo su personalidad, su forma de ser y de sentir el mundo, incluidas las relaciones.

José cuenta “mis padres discutían y yo me escondía en el baño, no podía soportarlo, pensaba: “¡qué paren por favor, qué paren ya”. Lloraba fuerte, intentando poner un freno al descontrol, que sus padres creaban. Esto hizo que poco a poco, fuese adquiriendo una actitud pseudoadulta y perdiendo su mundo de niño, para estar continuamente conectado con el “termostato” emocional de la familia, andando de puntillas, por si acaso.

María sumergida en el marasmo familiar y con unos padres que no se podían sostener, aprendió a no creer en  lo  que ellos le prometían, sintiéndose en tierra de nadie y con una visión de franca desconfianza ante las relaciones con los demás.

Sin embargo, si podemos ser honestos con nosotros mismos y si nuestra relación de pareja  está terminada, tomar la decisión de separarnos no desde la culpa, sino desde la madurez, quizás sea lo más adecuado. Aunque nos de vértigo al pensar, como reiniciar nuestra vida. Si somos capaces de sostenerlos, calmarlos y acompañarlos en este proceso, nosotros creceremos y ellos también, sabiendo que sus padres no están juntos, pero si cada uno presente desde su lugar.


            

sábado, 9 de marzo de 2013

El enamoramiento y el amor



Nos enamoramos, cuando conocemos a alguien y nos sentimos tan fascinados...que nuestras barreras caen. Nos invade una sensación  de plenitud y felicidad, en la que quiero compartir todo con esa persona. ¡Por fin, he conocido a alguien que me siento conectado! El mundo nos parece maravilloso y mi pareja perfecta. 
Pero este estado va decayendo poco a poco… Siendo necesario como transito, para poder construir algo mucho más profundo y solido ¡El amor!
¿He leído bien, construir? Si el amor, no es una sensación como el enamoramiento, en que todo surge y es ideal. El amor es tiempo compartido, es cultivar la relación. Dar y recibir, aceptarnos con nuestras virtudes y defectos. Discutir ¿por qué no? Somos diferentes y con opiniones distintas. 
Sólo, si despertamos de nuestro sueño de pareja ideal.  Podremos encontrar un caminar juntos... unidos por un proyecto común. Acompañarnos y disfrutarnos día a día.


jueves, 28 de febrero de 2013

¡Cómo destruir una relación de pareja!


Aunque no nos demos cuenta, porque no somos conscientes....Todos tendemos a repetir determinados mecanismos, (que arrastramos como "bagaje emocional") provocando que nuestra relación de pareja se resienta. Entre ellos podríamos destacar:
- Pensar que yo siempre tengo la razón.
- No escuchar a mi pareja, en todo caso  oírla
- Gritar, la mejor defensa es un buen ataque.
- No hablar de lo que siento, ante las dificultades, espero que haga el  otr@, culpabilizo, responsabilizo y le exijo sea  a la “carta” según mi deseo.
- Miento, total no se va a enterar, además para tener bronca, le suelto una mentirijilla de nada y así contentos los dos.
- Me muestro celos@, no permito que hablé con otr@s, ni que salga por ahí sin mí. Imagínate que conoce a otra persona. (No pienso que quizás es una cuestión de inseguridad, de hecho, ni se me pasa por la cabeza). Es Mi@.
- No buscar ratos para nosotros, es que después de tanto tiempo me aburre, prefiero hacer otras cosas, ya nos vemos en casa por la noche. (No importa que están los niños,  nuestra amiga la tve o el ordenador, total estamos juntos en la misma casa, aunque ni nos miremos).
- O por el contrario, todo el tiempo que no estamos trabajando, tenemos que estar bien juntitos, para eso somos una pareja ¿no? Nada de tener espacios cada uno y otros compartidos.  (Eso de que el abrazo demasiado fuerte ahoga el amor, es una tontería). Cada vez más pegaditos y más aislados del mundo.  
- No cultivar la relación con miradas cómplices, caricias furtivas, detalles, charlas abrazados... total ya sabe que le quiero.
- Permitir que la pasión se vaya ausentando cada vez más entre nosotros, no provocar momentos propicias, juegos seductores, etc. En todo caso, forzar la situación aquí te pillo, como mera descarga sexual o para que esté content@. Y cuando nos damos cuenta, lo que sentimos por nuestra pareja, es el reconocimiento como madre o padre de nuestros hijos.
- Consentir que la madre campe a sus anchas por nuestra relación, simbólicamente (te ha salido buena la tortilla, pero la de mi madre…) o en presencia física (organizando la casa, imponiendo su voluntad, no respetando la intimidad (en definitiva haciendo de “mama” y nosotros de “nenes”.
- No colaborar en las tareas domésticas y si mi pareja me recrimina, me enfado porque me siento como un niñ@ que le está persiguiendo mamá. En vez de pensar en dialogar sobre cómo repartir las responsabilidades, cada uno hacer lo que mejor le vaya. Provoco discusiones sobre el mismo tema una y otra vez.
- Y por último, en ningún momento tengo en cuenta, que los pilares fundamentales para una pareja son el respeto y el amor, sin ellos no hay ninguna posibilidad. Simplemente pienso que no es “mi media naranja” y por lo tanto, no hay reflexión sobre mi parte de responsabilidad, ni posibilidad de cambio. Sólo tengo que buscar y buscar...relación incansablemente,  hasta que encuentre mi pareja “ideal”.



domingo, 4 de noviembre de 2012

El proceso de duelo


Todos a lo largo de la vida, hemos perdido seres queridos, nos ha invadido la desilusión cuando se han roto nuestro ideales,  hemos sufrido ante la decepción de relaciones fallidas,  nos ha desesperado la situación de vernos privados del derecho a tener un puesto de trabajo o nos hemos visto en la disyuntiva de tener que dejar nuestra tierra, nuestro hogar y marcharnos a un destino, cuanto menos incierto. En definitiva, hemos tenido que pasar situaciones dolorosas, que nos han hecho tambalearnos psíquicamente, debido a la dificultad para digerirlas, hacernos a la idea, adaptarnos y superarlas. 

Cada vez que  vivimos este proceso, nos enfrentamos a los sucesivos duelos, que indefectiblemente tenemos que atravesar en nuestro caminar por la vida.

¿Pero qué es un duelo? Es la reacción psicológica, emocional, física y social de aflicción y dolor cuando la relación afectiva con algo o alguien importante se rompe, sin posibilidad de continuidad. Hay autores que lo plantean enumerando diferentes etapas, yo prefiero describirlo como un “oleaje turbulento de emociones” que van y vienen, sin que la racionalidad tenga nada que hacer.  Teniendo a veces la sensación de “perder la cabeza”, otras sintiéndonos atrapadas por una enorme tristeza o azotados por una gran rabia de “porque me sucede esto a mí” enfadándonos enormemente con el mundo. También,  nos podemos descubrir negando lo que ocurre, como si de pronto nos fuéramos a despertar de un mal sueño o dejándonos llevar por una gran culpa castigándonos de “por qué no hicimos esto o lo otro”.

¿Cómo podemos elaborarlo y adaptarnos a la nueva situación? El proceso de duelo se asemeja al pasaje por un túnel, la manera de llegar al final,  es transitarlo,  no hay otra salida. Este camino es duro, doloroso y confuso, pero no hay otra posibilidad  para salir fortalecidos de esta experiencia y curar las heridas.

No sirve negarlo, desear huir o boicotearnos porque no es lo adecuado y tendríamos que estar bien ¡ya! La única manera de superar la ausencia y la añoranza de lo que fue, (pero ya no volverá a ser) es permitirnos vivir lo que nos está ocurriendo, sin prisas, comprendiéndonos a nosotros mismos y cuidándonos, en este periodo de convalecencia. Si no es así, podemos acabar en un duelo patológico, bien porque a pesar del tiempo transcurrido, se ha cronificado la situación en un continuo “mirar” lo perdido, con una incapacidad absoluta para seguir con la vida. O, por sentirnos totalmente desbordados emocionalmente, llevando a cabo actividades evitativas del dolor, que ponen en peligro la integridad física voluntaria o involuntariamente. En tal caso, se recomienda buscar un terapeuta que nos acompañe en este devenir.

jueves, 28 de junio de 2012

¿Disfrutas de tu sexualidad?


La sexualidad es una tierra fértil, para verse invadida por mitos, falsas creencias y tabús. Estamos acostumbrados a andar bien arropados, con nuestra mejor imagen. ¿Y qué pasa cuando nos desnudamos y nos mostramos vulnerables? ¿Somos capaces, de a la par que tiramos nuestra ropa, para encontrarnos con el cuerpo desnudo de nuestro amante... también desprendernos de nuestras inseguridades, prejuicios y expectativas trasnochadas?

Aquí, ya no sirve como en otras facetas de nuestra vida, mantener el tipo, con todo controlado y estudiado.  Si es así, no seré capaz de perderme, dejarme llevar por lo que siento... y permitir que fluya la emoción, a través de la confianza, la complicidad y la ternura. El guiar y dejarme acompañar, recorriendo juntos cada centímetro de nuestra piel, descubriendo rincones de placer y  valles de calma y espera... para volver a re-encontrarnos y continuar en el mutuo  éxtasis. 

Solamente si podemos despojarnos de lo accesorio, llegaremos a unirnos de una forma profunda e intima, dándonos el tiempo necesario para entregarnos en el juego de deseo...No hay ninguna creencia que tenga que acompañarnos, cada pareja crea su propio mundo, en el que lo importante es compartir y crecer juntos. 

Pero cuando permitimos que se cuelen por la puerta de atrás, los fantasmas de lo conveniente o lo ideal, estamos permitiendo que empiece a derrumbarse lo mágico y lo espontaneo, de lo construido. Entre ellos, podemos encontrar:
 Me da miedo no saber hacer, como si tuviéramos que tener el libro de instrucciones debajo de la cama.
- El tamaño importa, por supuesto, cuanto más grande es nuestra entrega, más nos embargará el goce y más entrelazados nos sentiremos con el otro.
-   Hay que llegar al orgasmo, si no es que no ha disfrutado, bueno en realidad, tenemos que acabar los dos a la vez… como si el placer sólo estuviera en llegar a la cumbre y me pierdo las sensaciones de cada caricia, cada beso, cada mirada y cada parcela de nuestra piel vibrante, al ser tocada por unas manos insaciables.
- El otro tiene que adivinar mis deseos y mis preferencias, claro alguien a la  “carta”, yo no puede expresar con palabras, miradas, no hay un descubrimiento y un sorprendernos juntos.
- O también podemos sentirnos invadidos por preguntas ¿cuál es la frecuencia adecuada? ¿Y la intensidad? ¿Y cuánto tiene que durar?

p    parejas


domingo, 24 de junio de 2012

Nuestra imagen corporal


 “Tengo las caderas muy anchas, no me voy a poner pantalones ajustados”. O “Me da vergüenza ir a la playa y ponerme en bikini, tengo un montón de celulitis”...

¿Quién de nosotros no ha oído estas conversaciones o no lo ha pensado alguna vez, formando parte de nuestros diálogos internos? Y esto no nos engañemos no tiene que ver con que una persona sea atractiva o no,  la dificultad está en que  ellos no pueden mirarse así. Hacen una distorsión de su imagen: deformándola, fijándose en aspectos insignificantes, dándoles una importancia extrema hasta al punto que el resto del cuerpo deja de existir. Pero el proceso no termina aquí, adjudican a los demás sus angustias, pensando que sólo les van a ver en sus “defectos”,  los granos que me han salido en la cara, lo blanca que estoy o lo grande que tengo la nariz.

La imagen corporal es la representación mental que cada uno tenemos de  nuestro cuerpo, es decir, la imagen que cada cual tiene de sí mismo y el modo en que cada uno cree que los demás le ven. Es plenamente subjetiva y no depende de nuestro cuerpo real. Estando en relación directa con nuestra autoestima y nuestro autoconcepto, es decir, como nos sentimos y como nos valoramos. Esta imagen se irá construyendo desde que nacemos a partir de la mirada de las personas que forman nuestro entorno más cercano, de cómo ellos se estimen, porque serán nuestros modelos. Más tarde, pasaremos al contexto educativo que también nos dejarán una huella, según las experiencias que vayamos viviendo. Hasta llegar a la adolescencia, momento en que se produce una maremoto psíquico y físico, donde se dan enormes cambios físicos y emocionales, todo tiene que reajustarse para poder crear nuestra identidad.  Sin olvidarnos, que estamos inmersos en una sociedad en la que hay un culto al cuerpo, a la delgadez extrema, a la “belleza” y a la juventud eterna.

Lamentablemente todos estamos inmersos en este ambiente, habiendo personas que tienen más dificultades para aceptarse como son, con sus peculiaridades y no dejarse llevar por la moda, hasta el punto de que lo único importante es el aspecto físico, como si solo fuesen un cuerpo.  Pero no un cuerpo para cuidarlo, respetarlo y aceptarlo. Viéndolo como una parte, que no es el todo, la belleza está en el equilibrio entre lo físico, lo emocional, lo intelectual y lo psíquico.  En la esencia de las personas que somos internamente. Dependiendo de ello nos sentiremos a gusto en nuestra piel o intentaremos deshacernos de él, como si fuera un abrigo que ya no nos gusta,  lo desabrochamos y lo tiramos en un rincón.




domingo, 27 de mayo de 2012

El enamoramiento: Cuando todo nos recuerda a esa persona..


Me contaba esta semana, una paciente, entre risas, con los ojos chispeantes y tímida como una adolescente,  que había conocido a un hombre, alguien especial…

En estos momentos no puedes dejar de sonreír, porque empáticamente te sitúas en lo que ella está sintiendo…¡Está enamorándose! Esta etapa que hoy en día, en nuestra sociedad de prisas, tiende a obviarse, porque no hay espacio ni tiempo, para el juego de seducción, en el que nada está dicho, todo hay que ir viviéndose momento a momento…sin tener la certeza de qué ocurrirá, Pero siendo crucial, para asentar las bases de una relación si llega a darse. O para disfrutar de sentirnos conectados emocionalmente, permitiéndonos esa ilusión que nos conmueve y nos demuestra que continuamos vivos.

Conocemos a alguien y sin saber muy bien la razón, a veces podemos ponerle palabras, es atractivo, atento, interesante, tiene sentido del humor. Otras ni siquiera, tenemos claro que nos ocurre, solamente sentimos que esa persona está muy cerca de nosotros, todo nos sabe a ella. Sonreímos al recordarle, suena el móvil y esperamos que sea ella, escuchamos una canción romántica y parece que la han escrito para nosotros, la risa nos sale a borbotones cuando le vemos y hay todo un movimiento corporal de seducción, aunque no seamos conscientes de ello, pero inconfundible cuando  lo vemos desde fuera “que bonito”.

Pero no todo es tan bucólico, sentimos y sentimos, estamos vivos, con los sentimientos a flor de piel… lo que también nos provoca reservas, miedo a sentirnos vulnerables y que nos hagan daño. Intentar cuidarnos y no mostrarnos del todo, dejar entrever un poquito y a ver qué pasa, esperando…Y aparecen las dudas ¿sentirá lo mismo que yo? ¿Qué querrá decir con ese sms? ¿Y por qué no dice de quedar? Es natural, también hay que tolerar la incertidumbre, darnos cuenta que la otra persona es diferente y no sabemos de ella, se irá construyendo un nosotros o tal vez no, depende como vayamos jugando, lo que vayamos sintiendo y pensando, si nos compensa, si nos llena…

Porque pueden pasar varias opciones:
  •  El otro no siente lo mismo y se retira…
  •  Si que se ha dejado llevar al principio, pero para él no es el momento, tiene miedo al fracaso, le supera el juego de “no saber que va ocurrir”, la vida le ha dañado y las heridas todavía están abiertas o  simplemente, prefiere continuar anestesiado emocionalmente.
  • O la que todos los enamorados desean…sentirse en sincronía y dejasen llevar por lo que va ocurriendo, escribiendo su historia, día a  día…
  • Y si las cosas no salen cómo nos imaginábamos o cómo esperábamos, es importante, no perdernos a nosotros mismos...Como en los bailes de época cuando el caballero cortésmente se inclina agradeciendo el baile a la dama, podamos mirar simbólicamente a los ojos a la otra persona y darle las gracias por lo vivido. Dejándola marchar si así tiene que ser… 



martes, 15 de mayo de 2012

Primera impresión: ¿Qué podemos hacer para dar una buena imagen?


¿Quién no ha conocido a una persona y en unos minutos, ya se ha hecho una opinión sobre ella…?

Nuestro mundo está lleno de relaciones sociales, sean profesionales o personales, conocidas, de amistad e intimas. Y todas ellas, nacieron a través de un  primer encuentro, que nos causo un impacto personal para bien o para mal.

Cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de los que nos transmite con sus palabras, nos influye, en concreto sobre un siete por ciento.La primera impresión se basa en el lenguaje de su cuerpo, captándolo a nivel inconsciente, por ese motivo, a veces conocemos a alguien y nos encontramos muy cómodos y relajados, nos inspira confianza y queremos alargar  el momento, sin saber, qué nos ha producido esa sensación de agrado. También puede ocurrir lo contrario, nos presentan a una persona y algo dentro nos “chirria”, sentimos una especie de rechazo y el deseo de poner una distancia de seguridad, sin ser conscientes de la razón exacta.

Y nos preguntamos, ¿en qué consiste ese lenguaje corporal, que se comunica sin necesidad de palabras? Lo que nos llega y afecta del otro, es  como una especie de “collage” de como vemos al otro en conjunto, teniendo en cuenta de forma automática, distintos factores y su interacción mutua. Entre ellos están, el aspecto, la postura corporal, los gestos de las manos, la sincronía de su cuerpo con lo que nos transmite verbalmente, la expresión facial, su sentido del humor, tono de voz, la intensidad de su mirada y la naturalidad de su sonrisa…
En esta lectura que hacemos  del otro, interviene cómo lo “miramos”, nuestra historia vital, educación, tipo de cultura en la que estamos inmersos, prejuicios adquiridos, apertura de miras, nivel emocional, etc. Por eso, se dice que “para gustos están los colores”

¿Entonces qué podemos hacer para dar una buena imagen? Además de ofrecer  nuestra mejor sonrisa y apariencia, es importante que seamos auténticos, espontáneos y coherentes en cómo nos situamos, lo qué hacemos y lo que decimos,  porque esto se transmite de forma natural. De nada sirve ir como un “pincel”, si parece que estamos interpretando un papel y no acabamos de creérnoslo. Y por último, tener en cuenta dos cuestiones, primero no podemos agradar a todo el mundo, lo importante es sentirnos bien en nuestra “piel” y lo segundo, aunque es muy complicado re-considerar el “primer escáner” que hacemos a una persona, no es irrevocable, en ocasiones nos pueden sorprender si dedicamos un tiempo para conocerla más en profundidad.


martes, 8 de mayo de 2012

Sobrecarga emocional: ¿Nosotros pasamos por la vida o la vida por nosotros?



Sientes que vas todo el día acelerado, las tareas pendientes se acumulan a tu alrededor y tú no llegas…

Las actividades se solapan una con otra, trabajo, encuentros sociales, familia, pareja, ejercicio físico, técnicas de relajación. Es un parar, haciendo lo que se supone es adecuado, digno y saludable,  pero te miras al espejo y no te “ves” tranquilo, feliz ni satisfecho.

Suena el reloj, por la mañana ¡otro día, ya es la hora, no…! Deseando  esconderte debajo de las sabanas y que  el mundo siga rodando, pero entonces empiezas a autoconvencerte, “venga ponte las pilas”, “hay que hacer esto, lo otro…”  Y el día, va transcurriendo, mientras  cada vez estás más cansado, apático y con menos ilusión. Esperando que llegue la noche y poder descansar, te metes a la cama y… el sueño reparador ha cedido el lugar a un continuo  bombardeo de pensamientos y sensaciones, aderezado con la rabia de no poder dormir y la certeza de que mañana, te vas a sentir como un trapo…

Tal vez este insomnio, sea beneficioso, para hacer un alto en el camino y  replantearme qué estoy haciendo con mi vida, por qué tengo que llevar esta pesada mochila, que ni siquiera soy consciente de lo qué contiene. Siendo valiente para echar un vistazo, si digo valiente, porque puede llegar a impresionarnos como nos hemos perdido a nosotros mismos, nuestra esencia, ilusiones, lo que nos hacia reír, estar a gusto solos o con alguien al que queremos, el disfrutar de las pequeñas cosas.

Al mirar, quizás nos cueste reconocernos, difuminados por decepciones, frustraciones, compromisos asfixiantes, perfección desmedida, sobreexisgencia, querer llegar a todo, complacer a los demás, retos desalentadores, “chupocteros emocionales”, sueños rotos y vacio, mucho vacio. Y llegados a este punto hay dos opciones, cerramos la mochila horrorizados, negamos lo que ocurre y seguimos un poco más muertos cada día o afrontamos la tristeza, el dolor y todo lo que conlleva un cambio, para sentir que nosotros pasamos por la vida y no la vida por nosotros,

jueves, 3 de mayo de 2012

La verdadera amistad


La amistad es la relación reciproca, entre dos o más personas. Nos permite crecer juntos, compartir y descubrirnos mutuamente. Se centra en la esencia del otro, en ese cautivarnos por como es, no por sus puntos fuertes ni por  conveniencia. No importa si es alguien que hemos conocido hace poco y hemos conectado de manera especial o una amistad de toda la vida.

El buen amigo no anula, sino que potencia. Está presente, aunque esté lejos, porque lo sentimos a nuestro lado, tanto en los buenos momentos, cuando la vida nos sonríe, como en los malos y nos invade el dolor. Nos sentimos arropados por sus palabras, su mirada, su hacer silencioso, porque no necesita propagar a los cuatro vientos, lo bueno que es. Compartimos risas, lágrimas, conocimientos, consejos, secretos y lo más importante, su compañía. No es manipulador, envidioso, exigente ni agobiante, permite el espacio y provoca el encuentro.

En definitiva la amistad verdadera, no esa de apariencia, se asienta en unos pilares fundamentales, siendo difícil derruirlos cuando son verdaderos:
-  La sinceridad, expresando lo que realmente pensamos, porque nos sentimos comprendidos, sin    temores ni reservas.
 La empatía, comprendiendo lo que el otro siente y poniéndonos en su lugar, escuchando sus palabras y sus silencios, también.
- La autenticidad, sin trampas ni mascaras.
-   La incondicionalidad, tener la seguridad, que si nos necesitamos, vamos  a estar ahí.
- El amor, el cariño, esa sensación de buscarnos porque nos sentimos a gusto, disfrutando del calor y cuidado mutuo.