domingo, 27 de mayo de 2012

El enamoramiento: Cuando todo nos recuerda a esa persona..


Me contaba esta semana, una paciente, entre risas, con los ojos chispeantes y tímida como una adolescente,  que había conocido a un hombre, alguien especial…

En estos momentos no puedes dejar de sonreír, porque empáticamente te sitúas en lo que ella está sintiendo…¡Está enamorándose! Esta etapa que hoy en día, en nuestra sociedad de prisas, tiende a obviarse, porque no hay espacio ni tiempo, para el juego de seducción, en el que nada está dicho, todo hay que ir viviéndose momento a momento…sin tener la certeza de qué ocurrirá, Pero siendo crucial, para asentar las bases de una relación si llega a darse. O para disfrutar de sentirnos conectados emocionalmente, permitiéndonos esa ilusión que nos conmueve y nos demuestra que continuamos vivos.

Conocemos a alguien y sin saber muy bien la razón, a veces podemos ponerle palabras, es atractivo, atento, interesante, tiene sentido del humor. Otras ni siquiera, tenemos claro que nos ocurre, solamente sentimos que esa persona está muy cerca de nosotros, todo nos sabe a ella. Sonreímos al recordarle, suena el móvil y esperamos que sea ella, escuchamos una canción romántica y parece que la han escrito para nosotros, la risa nos sale a borbotones cuando le vemos y hay todo un movimiento corporal de seducción, aunque no seamos conscientes de ello, pero inconfundible cuando  lo vemos desde fuera “que bonito”.

Pero no todo es tan bucólico, sentimos y sentimos, estamos vivos, con los sentimientos a flor de piel… lo que también nos provoca reservas, miedo a sentirnos vulnerables y que nos hagan daño. Intentar cuidarnos y no mostrarnos del todo, dejar entrever un poquito y a ver qué pasa, esperando…Y aparecen las dudas ¿sentirá lo mismo que yo? ¿Qué querrá decir con ese sms? ¿Y por qué no dice de quedar? Es natural, también hay que tolerar la incertidumbre, darnos cuenta que la otra persona es diferente y no sabemos de ella, se irá construyendo un nosotros o tal vez no, depende como vayamos jugando, lo que vayamos sintiendo y pensando, si nos compensa, si nos llena…

Porque pueden pasar varias opciones:
  •  El otro no siente lo mismo y se retira…
  •  Si que se ha dejado llevar al principio, pero para él no es el momento, tiene miedo al fracaso, le supera el juego de “no saber que va ocurrir”, la vida le ha dañado y las heridas todavía están abiertas o  simplemente, prefiere continuar anestesiado emocionalmente.
  • O la que todos los enamorados desean…sentirse en sincronía y dejasen llevar por lo que va ocurriendo, escribiendo su historia, día a  día…
  • Y si las cosas no salen cómo nos imaginábamos o cómo esperábamos, es importante, no perdernos a nosotros mismos...Como en los bailes de época cuando el caballero cortésmente se inclina agradeciendo el baile a la dama, podamos mirar simbólicamente a los ojos a la otra persona y darle las gracias por lo vivido. Dejándola marchar si así tiene que ser… 



martes, 15 de mayo de 2012

Primera impresión: ¿Qué podemos hacer para dar una buena imagen?


¿Quién no ha conocido a una persona y en unos minutos, ya se ha hecho una opinión sobre ella…?

Nuestro mundo está lleno de relaciones sociales, sean profesionales o personales, conocidas, de amistad e intimas. Y todas ellas, nacieron a través de un  primer encuentro, que nos causo un impacto personal para bien o para mal.

Cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de los que nos transmite con sus palabras, nos influye, en concreto sobre un siete por ciento.La primera impresión se basa en el lenguaje de su cuerpo, captándolo a nivel inconsciente, por ese motivo, a veces conocemos a alguien y nos encontramos muy cómodos y relajados, nos inspira confianza y queremos alargar  el momento, sin saber, qué nos ha producido esa sensación de agrado. También puede ocurrir lo contrario, nos presentan a una persona y algo dentro nos “chirria”, sentimos una especie de rechazo y el deseo de poner una distancia de seguridad, sin ser conscientes de la razón exacta.

Y nos preguntamos, ¿en qué consiste ese lenguaje corporal, que se comunica sin necesidad de palabras? Lo que nos llega y afecta del otro, es  como una especie de “collage” de como vemos al otro en conjunto, teniendo en cuenta de forma automática, distintos factores y su interacción mutua. Entre ellos están, el aspecto, la postura corporal, los gestos de las manos, la sincronía de su cuerpo con lo que nos transmite verbalmente, la expresión facial, su sentido del humor, tono de voz, la intensidad de su mirada y la naturalidad de su sonrisa…
En esta lectura que hacemos  del otro, interviene cómo lo “miramos”, nuestra historia vital, educación, tipo de cultura en la que estamos inmersos, prejuicios adquiridos, apertura de miras, nivel emocional, etc. Por eso, se dice que “para gustos están los colores”

¿Entonces qué podemos hacer para dar una buena imagen? Además de ofrecer  nuestra mejor sonrisa y apariencia, es importante que seamos auténticos, espontáneos y coherentes en cómo nos situamos, lo qué hacemos y lo que decimos,  porque esto se transmite de forma natural. De nada sirve ir como un “pincel”, si parece que estamos interpretando un papel y no acabamos de creérnoslo. Y por último, tener en cuenta dos cuestiones, primero no podemos agradar a todo el mundo, lo importante es sentirnos bien en nuestra “piel” y lo segundo, aunque es muy complicado re-considerar el “primer escáner” que hacemos a una persona, no es irrevocable, en ocasiones nos pueden sorprender si dedicamos un tiempo para conocerla más en profundidad.


martes, 8 de mayo de 2012

Sobrecarga emocional: ¿Nosotros pasamos por la vida o la vida por nosotros?



Sientes que vas todo el día acelerado, las tareas pendientes se acumulan a tu alrededor y tú no llegas…

Las actividades se solapan una con otra, trabajo, encuentros sociales, familia, pareja, ejercicio físico, técnicas de relajación. Es un parar, haciendo lo que se supone es adecuado, digno y saludable,  pero te miras al espejo y no te “ves” tranquilo, feliz ni satisfecho.

Suena el reloj, por la mañana ¡otro día, ya es la hora, no…! Deseando  esconderte debajo de las sabanas y que  el mundo siga rodando, pero entonces empiezas a autoconvencerte, “venga ponte las pilas”, “hay que hacer esto, lo otro…”  Y el día, va transcurriendo, mientras  cada vez estás más cansado, apático y con menos ilusión. Esperando que llegue la noche y poder descansar, te metes a la cama y… el sueño reparador ha cedido el lugar a un continuo  bombardeo de pensamientos y sensaciones, aderezado con la rabia de no poder dormir y la certeza de que mañana, te vas a sentir como un trapo…

Tal vez este insomnio, sea beneficioso, para hacer un alto en el camino y  replantearme qué estoy haciendo con mi vida, por qué tengo que llevar esta pesada mochila, que ni siquiera soy consciente de lo qué contiene. Siendo valiente para echar un vistazo, si digo valiente, porque puede llegar a impresionarnos como nos hemos perdido a nosotros mismos, nuestra esencia, ilusiones, lo que nos hacia reír, estar a gusto solos o con alguien al que queremos, el disfrutar de las pequeñas cosas.

Al mirar, quizás nos cueste reconocernos, difuminados por decepciones, frustraciones, compromisos asfixiantes, perfección desmedida, sobreexisgencia, querer llegar a todo, complacer a los demás, retos desalentadores, “chupocteros emocionales”, sueños rotos y vacio, mucho vacio. Y llegados a este punto hay dos opciones, cerramos la mochila horrorizados, negamos lo que ocurre y seguimos un poco más muertos cada día o afrontamos la tristeza, el dolor y todo lo que conlleva un cambio, para sentir que nosotros pasamos por la vida y no la vida por nosotros,

jueves, 3 de mayo de 2012

La verdadera amistad


La amistad es la relación reciproca, entre dos o más personas. Nos permite crecer juntos, compartir y descubrirnos mutuamente. Se centra en la esencia del otro, en ese cautivarnos por como es, no por sus puntos fuertes ni por  conveniencia. No importa si es alguien que hemos conocido hace poco y hemos conectado de manera especial o una amistad de toda la vida.

El buen amigo no anula, sino que potencia. Está presente, aunque esté lejos, porque lo sentimos a nuestro lado, tanto en los buenos momentos, cuando la vida nos sonríe, como en los malos y nos invade el dolor. Nos sentimos arropados por sus palabras, su mirada, su hacer silencioso, porque no necesita propagar a los cuatro vientos, lo bueno que es. Compartimos risas, lágrimas, conocimientos, consejos, secretos y lo más importante, su compañía. No es manipulador, envidioso, exigente ni agobiante, permite el espacio y provoca el encuentro.

En definitiva la amistad verdadera, no esa de apariencia, se asienta en unos pilares fundamentales, siendo difícil derruirlos cuando son verdaderos:
-  La sinceridad, expresando lo que realmente pensamos, porque nos sentimos comprendidos, sin    temores ni reservas.
 La empatía, comprendiendo lo que el otro siente y poniéndonos en su lugar, escuchando sus palabras y sus silencios, también.
- La autenticidad, sin trampas ni mascaras.
-   La incondicionalidad, tener la seguridad, que si nos necesitamos, vamos  a estar ahí.
- El amor, el cariño, esa sensación de buscarnos porque nos sentimos a gusto, disfrutando del calor y cuidado mutuo.