miércoles, 29 de enero de 2014

Se nos olvidó

Se nos olvidó que nacimos fruto del amor (en el mejor de los casos) y el deseo, de dos personas que en un momento dado... sus vidas se encontraron.

Se nos olvidó que nos fuimos constituyendo cómo somos, a partir de la ternura y el afecto de nuestros padres.

Se nos olvidó o quizás nunca fuimos conscientes, de lo importante que fue para nosotros jugar (probar, experimentar, divertirnos, elaborar situaciones complicadas, desarrollar nuestra imaginación, etc.). Sí, claro todo esto hacemos mientras "perdemos el tiempo jugando“”… y por eso lo ganamos, aplastando  a nuestros hijos con mil actividades, eso sí, programadas y adecuadas.

Se nos olvidó que las etapas hay que atravesarlas, no quemarlas, contaminarlas o no permitirlas… ¿Dónde quedo nuestro recuerdo? Lo necesitamos para que nos acompañe y así poder acompañar sin empujar, estirar ni zarandear.

Se nos olvidó la importancia de los límites coherentes, muchas veces, brillando por su ausencia. Y dejando a nuestros hijos vagando en la confusión, sin referentes ni referencias.

Se nos olvidó que un buen padre, no es  un padre perfecto, sólo suficientemente bueno y presente.

Se nos olvidó que la vida va engarzada con dolor y satisfacción, con alegría y tristeza, con presencia y ausencia, con esfuerzo y deseo… ¡Se nos tuvo que olvidar!, sino no entiendo cómo los zambullimos en la tierra del placer, lo rápido y eficiente.

Se nos olvidó lo lento, lo sencillo, lo cotidiano y nos dejamos seducir por lo efímero del poder, del aparentar del consumismo, de las prisas, del hacer, del llegar… ¿Pero dónde? Si también se nos olvido el esfuerzo, la constancia, la satisfacción del camino…


martes, 21 de enero de 2014

Las afueras


"Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario..."

Hoy quiero hacer mi pequeño homenaje a este escritor, Jaime Gil de Biedma (1929-1990), poeta español. Y también, a todos... que  a través de estás líneas, puedan verse reflejados con las distintas emociones que el autor va dejando entrever, jugando con las "afueras de la ciudad". Convirtiéndola en este poema en  objeto poético, no por su identidad tangible y real, sino mostrando su propia "ciudad interna", con calles entrecruzadas plagadas de emociones intensas y contradictorias: nostalgia, la esperanza y  el dolor de la desesperación, lo irrefrenable  del paso de tiempo, nuestras propias noches obscuras y las afueras de nosotros y de los otros, la soledad y la búsqueda de otra piel para el encuentro de la propia...
Espero disfrutéis de su profunda compañía...


I
La noche se afianza
sin respiro, lo mismo que un esfuerzo.
Más despacio, sin brisa
benévola que en un instante aviva
el dudoso cansancio, precipita
la solución del sueño.
Desde luces iguales
un alto muro de ventanas vela.
Carne a solas insomne, cuerpos
como la mano cercenada yacen,
se asoman, buscan el amor del aire
-y la brasa que apuran ilumina
ojos donde no duerme
la ansiedad, la infinita esperanza con que aflige
la noche cuando vuelve.

II
¿Quién? Quién es el dormido?
Si me callo, respira?
Alguien está presente
que duerme en las afueras.

Las afueras son grandes,
abrigadas, profundas.
Lo sé pero, no hay quién
me sepa decir más?

Están casi a la mano
y anochece el camino
sin decimos en dónde
querríamos dormir.

Pasa el viento. Le llamo?

Si subiera al salón
familiar del octubre
el templado silencio
se aterraría.

Y quizá me asustara
yo también si él me dice
irreparablemente
quién duerme en las afueras.

III
Ciudad
            ya tan lejana!

Lejana junto al mar: tardes de puerto
y desamparo errante de los muelles.
Se obstinarán crecientes las mareas
por las horas de allá.

Y serán un rumor,
un pálpito que puja endormeciéndose:
cuando asoman las luces de la noche
sobre el mar.

Más, cada vez más honda
conmigo vas, ciudad,
como un amor hundido,
irreparable.

A veces ola y otra vez silencio.

A media voz
Vida y obras


martes, 14 de enero de 2014

La importancia de los cuentos


Bruno Bettelheim, psicoanalista infantil, nos muestra  a través de su obra “Psicoanalisis de los cuentos de hadas”, cómo los relatos imaginarios, ayudan a los niños a desarrollarse psíquicamente e ir madurando. Esto, es posible debido a que los niños se sienten cautivados por el atractivo de una historia contada, con personajes imaginarios que les permiten identificarse con ellos y vivir un mundo de experiencias dispares.


A través de los cuentos, primero expresados verbalmente al calor  de figuras importantes (quien no recuerda cuando mamá o papa nos contaba un cuento o nos cantaba una nana), cómodos  por la cercanía de la persona querida, nos dejábamos llevar a lugares insospechados. Posteriormente, el encuentro lo buscarán por ellos mismos. 

Los cuentos nos permitirán  desarrollar la imaginación. Sea mientras escuchamos o leemos quietecitos…pero nuestra fantasía vuela… sintiéndonos como los protagonistas (con la pena que nos da la pobre Cenicienta, fascinados por el atractivo príncipe o con la fuerza del héroe...). Provocando que nos  deslicemos  por las diferentes vivencias y así, ir desarrollando  capacidades de simbolización. Construimos la historia, a la par, que  a nosotros mismos, sin darnos cuenta... Imaginando cómo será Caperucita, el bosque conforme anda y sus sensaciones de lo nuevo y  prohibido,,, los enanitos de Blancanieves cómo se sentirían ante la sorpresa de verla allí en su casa... luego se encariñan, para atravesar la dura realidad de protegerla de los peligros y que no sirviera de nada…pero de pronto, aparece el príncipe y "plast"...despierta. No es un recibir pasivo, de una información que convoca con un guión establecido, como  cuando nos sentamos ante la televisión o una videoconsola, sino una activación continua en todos los niveles.

Por otro lado, los cuentos nos van emitiendo mensajes que unas veces serán conscientes para nosotros y otras no.. Nos permiten pensar en la vida, en las dificultades que cada uno de los personajes tiene que atravesar,  en las consecuencias que tienen determinadas actuaciones (el hablar con desconocidos como Caperucita Roja), construyendo una moralidad (el precio que al final tienen que pagar los malos, malísimos (la madrastra de Blancanieves), lo hermoso de la ingenuidad (Blancanieves), el valor del esfuerzo  (Cenicienta), etc. 

Pero habrá veces que nos irán calando cuestiones que nosotros ni siquiera percibiremos, ayudándonos a tramitar y elaborar pulsiones . Por ejemplo, en Caperucita Roja nos trae los impulsos agresivos, las pasiones humanas, la voracidad oral, el necesitar empezar a rebelarse contra mamá y esto no ser excluyente del amor que siente por ella, de la repercusión que tiene dejarse llevar por el placer y lo inmediato, etc. En cambio en Cenicienta, vemos la crudeza de la rivalidad fraterna, del triunfo  de lo humilde, del precio de la envidia y la maldad,  del reconocimiento del esfuerzo, de la aceptación de la realidad, etc. 

Y ya finalizo aquí… esperando vosotros continuéis escribiendo vuestra propia historia…quizás  incluyendo los cuentos…



jueves, 2 de enero de 2014

Año nuevo...¿vida nueva?



Tic-tac-tic-tac, ¿ lo  escuchas? Ya se oyen los últimos compases de este año… Y  nuestra mente como el engranaje del reloj, nos empieza a marcar otro ritmo…

Una vez dejado atrás los momentos más familiares y entrañables, idílicos y frustrantes de Nochebuena, el espíritu navideño nos da tregua y empezamos a concentrarnos en Nochevieja…fiesta, diversión…y la antesala del Año Nuevo… con enormes posibilidades, esperando sea mucho mejor que éste y nos colme todos nuestro deseos… 


¡¡¡Y ojala!!!…pero no sé si verdaderamente hacemos lo posible para que sea así. Aparte de hacer esa lista interminable  de propósitos, que nos cae como una catarata implacable. Y digo interminable por cantidad y por calidad. Demasiadas buenas voluntades y poco contacto con la realidad de lo que somos, podemos o deseamos realmente…

Aunque si es un momento idóneo para pensar que Año Nuevo no significa vida nueva, ni Elisa nueva, ni Pedro nuevo… cómo algo mágico que ocurre cuando suenan las últimas campanadas y entramos en una vida ideal, tipo Cenicienta, pero al revés… Pero no nos desilusionemos si tenemos esto claro, es un gran paso… El primero para realmente poder reflexionar sobre nosotros, echar la vista para atrás en este año y pensarnos con nuestros aciertos y también con nuestros errores, con lo que cambaríamos  y con lo que tenemos que continuar y si cabe, profundizar… 

Pero entonces si no sirve escribir nuestra lista de propósitos ¿nos resignamos? O construimos nuestro proyecto vital, con ingredientes saludables, sabrosos y sobre todo,  a nuestro gusto. Tomándonos nuestro tiempo para ir eligiendo…
- Qué no sean un  plagio de lo que pensamos esperan los demás de nosotros…
- Qué realmente nos entusiasmen, nos apasionen al pensar en ellos… o bien por el placer inmediato o por la meta a largo plazo…
- Qué tengamos claro que toda cocción es lenta, con tiempo, esfuerzo e ilusión… no hay nada rápido ni mágico. Si a la primera de cambio me canso y ya me acechan las dudas “esto no es lo que yo pensaba, buff, yo paso”… Desde luego, ni esto ni nada, porque todo necesita pongas de ti, te entregues…
- Qué no vale retirarse cuando tropezamos con el primer fracaso. Porque sí,  volvemos a la comodidad de nuestra vida anterior, aunque más frustrados, más desilusionados y sobre todo con la autoestima más dañada…en ese continúo balanceo entre lo efímero de lo deseado y el aterrizaje en la cruda realidad… Y vendrán más años, más trenes… pero tú serás el mismo… ¡No lo dejes pasar!