Mostrando entradas con la etiqueta desamor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta desamor. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de febrero de 2014

Amor prohibido



Podría haber sido cualquier día, 
pero no lo fue.
Un café sin más,
una conversación entretenida
con el amable camarero,
un dialogo de sonrisas, 
un jugar por jugar,
con los pies en orilla segura,
pero no lo fue...

A lo lejos, 
asaltada por la espalda,
escuché como un tintineo, 
¡esa voz!,que no me pide permiso,
colándose en mi cuerpo...
Para volverme despacito,
con la ingenua ilusión, 
que esa mirada suya,
no me llevaría
a ese paraíso prohibido,
cálido, embriagador, excitante.
Pero no fue así...

De nuevo,
nos cogimos de la mano,
sin ni siquiera rozarnos
paseando por hermosos paisajes,
en la lejanía
de esos siete taburetes impertérritos
que nos separaban...

Hasta que el austero reloj
de la pared de enfrente, sonó,
y el tiempo apareció implacable,
haciéndome despertar,
todavía somnolienta 
a esa otra realidad,
cómoda, segura,sí,
y menos seductora, también,
(para que a estas alturas engañarme),
pero sosegada con la idea,
de no ser compañeros de viaje.

Sólo fue una parada,
un bajar del tren y encontrarnos,
para luego, ya sin mucho alboroto,
despedirnos...
Despojada de ilusiones trasnochadas, 
reconociendo que detrás de ese encuentro furtivo,
la nada, lo envuelve todo.

Este poema, está inspirado y dedicado a todos que en algún momento de su vida se dejaron llevar por un amor prohibido, cayendo en los brazos del desamor y jugaron a ser malqueridos. Y también  para aquellos, que aunque sintieron y reconocieron el embrujo de un amor así, dieron un paso más... y  apostaron por no dejar de ser ellos mismos


martes, 21 de enero de 2014

Las afueras


"Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario..."

Hoy quiero hacer mi pequeño homenaje a este escritor, Jaime Gil de Biedma (1929-1990), poeta español. Y también, a todos... que  a través de estás líneas, puedan verse reflejados con las distintas emociones que el autor va dejando entrever, jugando con las "afueras de la ciudad". Convirtiéndola en este poema en  objeto poético, no por su identidad tangible y real, sino mostrando su propia "ciudad interna", con calles entrecruzadas plagadas de emociones intensas y contradictorias: nostalgia, la esperanza y  el dolor de la desesperación, lo irrefrenable  del paso de tiempo, nuestras propias noches obscuras y las afueras de nosotros y de los otros, la soledad y la búsqueda de otra piel para el encuentro de la propia...
Espero disfrutéis de su profunda compañía...


I
La noche se afianza
sin respiro, lo mismo que un esfuerzo.
Más despacio, sin brisa
benévola que en un instante aviva
el dudoso cansancio, precipita
la solución del sueño.
Desde luces iguales
un alto muro de ventanas vela.
Carne a solas insomne, cuerpos
como la mano cercenada yacen,
se asoman, buscan el amor del aire
-y la brasa que apuran ilumina
ojos donde no duerme
la ansiedad, la infinita esperanza con que aflige
la noche cuando vuelve.

II
¿Quién? Quién es el dormido?
Si me callo, respira?
Alguien está presente
que duerme en las afueras.

Las afueras son grandes,
abrigadas, profundas.
Lo sé pero, no hay quién
me sepa decir más?

Están casi a la mano
y anochece el camino
sin decimos en dónde
querríamos dormir.

Pasa el viento. Le llamo?

Si subiera al salón
familiar del octubre
el templado silencio
se aterraría.

Y quizá me asustara
yo también si él me dice
irreparablemente
quién duerme en las afueras.

III
Ciudad
            ya tan lejana!

Lejana junto al mar: tardes de puerto
y desamparo errante de los muelles.
Se obstinarán crecientes las mareas
por las horas de allá.

Y serán un rumor,
un pálpito que puja endormeciéndose:
cuando asoman las luces de la noche
sobre el mar.

Más, cada vez más honda
conmigo vas, ciudad,
como un amor hundido,
irreparable.

A veces ola y otra vez silencio.

A media voz
Vida y obras