domingo, 26 de abril de 2015

Invisibles, los no vistos ni oidos



Un repentino escalofrió me recorre la espalda,
ante determinados comentarios que "felizmente" hacen algunas personas,
parece que nunca voy a dejar de sorprenderme,
Hablan, como si estuviesen protegidos por halos mágicos,
imperturbables, en  acomodadas vidas.
Totalmente ajenos a lo que ocurre en el mundo,
 y especialmente, al común de los mortales que lo habitamos.
Antes, ingenuamente, creía que no era posible mirar hacia otro lado,
dar la espalda al dolor y huir de la amargura del que tenemos en frente...
Pero me equivocaba hay personas, muchas, que sí.
Deciden no ver las noticias,  para no enterarse de lo “malo que pasa",
dedicando su tiempo a actividades que les permitan continuar sin pensar ni pensarse...
Ni les llega a rozar el sufrimiento del otro, el ajeno.
Acaso para Navidad, tal vez…
El resto del año, se ignora todo que pueda estropear la idea de un mundo multicolor.
Se  borran las guerras crueles, que se cobran la vida de tantos inocentes… pero en el fondo, son tan lucrativas.
Se persigue y se menosprecia, al que tuvo que abandonar su tierra,  exponer su vida… en busca de un futuro.
Pero claro, esto queda un poco lejos, es el tercer mundo, ¡nosotros los "civilizados" estamos a salvo!... hasta que de pronto se nos rompió la burbuja, no sólo la inmobiliaria, sobre todo se resquebrajo la de la soberbia, esa que nos permitía sentirnos intocables
Y aún así, a algunos todavía les cuesta mirar a su alrededor,
ver a los que están inmersos en el dolor…
A los que perdieron su trabajo y perplejos asistían al desmoronamiento de  su vida, sin poder hacer nada para evitarlo.
A los que les desahuciaron de su casa, pero también de su hogar.
A los que perdieron a sus hijos, desgarrándose por dentro.
A los que tienen que mendigar, los nuevos invisibles,  los no vistos ni oídos.
Y pienso yo, que quizás sólo recuperen la visión, dejen de ser miopes,
cuando les toque a ellos en sus carnes el dolor, la injusticia, la desesperanza.
Y un día, lleguen  a su puerta y sin llamar ni siquiera,
se cuelen...  esos "males" de los que se creían inmunizados,
ocupen su confortable sofá, echándoles, sin miramiento
de su vida aparentemente estética, poco ética y demasiado predecible.