jueves, 28 de junio de 2012

¿Disfrutas de tu sexualidad?


La sexualidad es una tierra fértil, para verse invadida por mitos, falsas creencias y tabús. Estamos acostumbrados a andar bien arropados, con nuestra mejor imagen. ¿Y qué pasa cuando nos desnudamos y nos mostramos vulnerables? ¿Somos capaces, de a la par que tiramos nuestra ropa, para encontrarnos con el cuerpo desnudo de nuestro amante... también desprendernos de nuestras inseguridades, prejuicios y expectativas trasnochadas?

Aquí, ya no sirve como en otras facetas de nuestra vida, mantener el tipo, con todo controlado y estudiado.  Si es así, no seré capaz de perderme, dejarme llevar por lo que siento... y permitir que fluya la emoción, a través de la confianza, la complicidad y la ternura. El guiar y dejarme acompañar, recorriendo juntos cada centímetro de nuestra piel, descubriendo rincones de placer y  valles de calma y espera... para volver a re-encontrarnos y continuar en el mutuo  éxtasis. 

Solamente si podemos despojarnos de lo accesorio, llegaremos a unirnos de una forma profunda e intima, dándonos el tiempo necesario para entregarnos en el juego de deseo...No hay ninguna creencia que tenga que acompañarnos, cada pareja crea su propio mundo, en el que lo importante es compartir y crecer juntos. 

Pero cuando permitimos que se cuelen por la puerta de atrás, los fantasmas de lo conveniente o lo ideal, estamos permitiendo que empiece a derrumbarse lo mágico y lo espontaneo, de lo construido. Entre ellos, podemos encontrar:
 Me da miedo no saber hacer, como si tuviéramos que tener el libro de instrucciones debajo de la cama.
- El tamaño importa, por supuesto, cuanto más grande es nuestra entrega, más nos embargará el goce y más entrelazados nos sentiremos con el otro.
-   Hay que llegar al orgasmo, si no es que no ha disfrutado, bueno en realidad, tenemos que acabar los dos a la vez… como si el placer sólo estuviera en llegar a la cumbre y me pierdo las sensaciones de cada caricia, cada beso, cada mirada y cada parcela de nuestra piel vibrante, al ser tocada por unas manos insaciables.
- El otro tiene que adivinar mis deseos y mis preferencias, claro alguien a la  “carta”, yo no puede expresar con palabras, miradas, no hay un descubrimiento y un sorprendernos juntos.
- O también podemos sentirnos invadidos por preguntas ¿cuál es la frecuencia adecuada? ¿Y la intensidad? ¿Y cuánto tiene que durar?

p    parejas


domingo, 24 de junio de 2012

Nuestra imagen corporal


 “Tengo las caderas muy anchas, no me voy a poner pantalones ajustados”. O “Me da vergüenza ir a la playa y ponerme en bikini, tengo un montón de celulitis”...

¿Quién de nosotros no ha oído estas conversaciones o no lo ha pensado alguna vez, formando parte de nuestros diálogos internos? Y esto no nos engañemos no tiene que ver con que una persona sea atractiva o no,  la dificultad está en que  ellos no pueden mirarse así. Hacen una distorsión de su imagen: deformándola, fijándose en aspectos insignificantes, dándoles una importancia extrema hasta al punto que el resto del cuerpo deja de existir. Pero el proceso no termina aquí, adjudican a los demás sus angustias, pensando que sólo les van a ver en sus “defectos”,  los granos que me han salido en la cara, lo blanca que estoy o lo grande que tengo la nariz.

La imagen corporal es la representación mental que cada uno tenemos de  nuestro cuerpo, es decir, la imagen que cada cual tiene de sí mismo y el modo en que cada uno cree que los demás le ven. Es plenamente subjetiva y no depende de nuestro cuerpo real. Estando en relación directa con nuestra autoestima y nuestro autoconcepto, es decir, como nos sentimos y como nos valoramos. Esta imagen se irá construyendo desde que nacemos a partir de la mirada de las personas que forman nuestro entorno más cercano, de cómo ellos se estimen, porque serán nuestros modelos. Más tarde, pasaremos al contexto educativo que también nos dejarán una huella, según las experiencias que vayamos viviendo. Hasta llegar a la adolescencia, momento en que se produce una maremoto psíquico y físico, donde se dan enormes cambios físicos y emocionales, todo tiene que reajustarse para poder crear nuestra identidad.  Sin olvidarnos, que estamos inmersos en una sociedad en la que hay un culto al cuerpo, a la delgadez extrema, a la “belleza” y a la juventud eterna.

Lamentablemente todos estamos inmersos en este ambiente, habiendo personas que tienen más dificultades para aceptarse como son, con sus peculiaridades y no dejarse llevar por la moda, hasta el punto de que lo único importante es el aspecto físico, como si solo fuesen un cuerpo.  Pero no un cuerpo para cuidarlo, respetarlo y aceptarlo. Viéndolo como una parte, que no es el todo, la belleza está en el equilibrio entre lo físico, lo emocional, lo intelectual y lo psíquico.  En la esencia de las personas que somos internamente. Dependiendo de ello nos sentiremos a gusto en nuestra piel o intentaremos deshacernos de él, como si fuera un abrigo que ya no nos gusta,  lo desabrochamos y lo tiramos en un rincón.