Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de mayo de 2014

¿Cómo te sientes cuando te hacen una fotografía?


¿Quién no ha oído alguna vez la frase “es que salgo horrible en las fotos, me veo fatal…”? o de pronto, estamos en una reunión  y vemos como una ola humana -un grupo de personas salen casi literalmente corriendo- ¿de qué huyen?...Pues del peligroso objetivo de una cámara.
En cambio, otras  tranquilamente cuando se sienten enfocadas, de una forma natural sonríen, miran a la cámara como si de una amiga se tratará y   saben qué…¡¡pues normalmente salen y se ven fantásticas!!!
¿Y de qué depende entonces? Hay personas que se sienten seguras consigo mismas, confiadas y  cómodas habitando  su propio  cuerpo. Tienen una autoestima y autoconcepto sólidos y asentados, son menos exigentes. Aceptan su apariencia real, tal cual, calvo, con arrugas, bajito, con acné y hasta un poco gordita… ¡Qué le vamos a hacer!  No se castigan con sus “defectos”. Ni van a la búsqueda de supuestas imperfecciones, “efecto lupa”, aumentando e hipertrofiando, algo que sólo adquiere importancia bajo su inseguridad “se me ve la nariz grande, mira que ojeras, me hace tripa”. Lo que todavía no saben y no pueden comprender, es que a nadie les afecta realmente, excepto a ellas.
Se convierte en un calvario, cuando no les queda más remedio que posar… Su cabeza empieza rápidamente a recordar los consejos que le han dicho o ha leído para salir lo más favorecido posible: “sonrió, pero no demasiado que se me achinan los ojos y se me marcan las patas de gallo, y esta doble papada … ¿qué leí en aquella revista sobre pautas? Así, pongo la lengua en el paladar ¡lista!...oh, se me olvidaba me ladeo,  un poco adelantada la pierna y así, no se me ve las caderas tan anchas… ".Tic, tac, tic, tac, salta el flash y la cámara dispara…
Tanto preparativo, que al mirar el resultado de semejante odisea, se encuentran bien puestecitas, una imagen estudiada al detalle, todos nuestros objetivos cumplidos. Pero queda la sensación que algo falla… ¡Y es cierto! No somos naturales, resultamos impostados.
Todo se transmite y queda reflejado cuando nos miramos. Es tan importante poder aceptarnos por dentro y por fuera. Sonreír y dejarnos llevar. Mostrarnos como somos, para cuando después en el discurrir del tiempo nos reencontremos, podamos rememorar el recuerdo de lo que vivíamos y saborearlo de nuevo. ¿Acaso no esto lo importante? ¿Por qué quedarnos pegados a la belleza? Que es efímera como la frescura de una rosa. Con el paso de los años,  quién se acuerda de esas sensaciones, nos queda el momento de cómo lo pasamos, lo pequeñito que era nuestro hijo, cómo nos sentimos con los amigos aquella noche, lo qué compartíamos con nuestra pareja y ahora qué distintos somos... Todo un entramado de evocaciones.
¡Animo y dibuja una sonrisa! Atrévete a (re)inventarte y construir recuerdos…

jueves, 2 de enero de 2014

Año nuevo...¿vida nueva?



Tic-tac-tic-tac, ¿ lo  escuchas? Ya se oyen los últimos compases de este año… Y  nuestra mente como el engranaje del reloj, nos empieza a marcar otro ritmo…

Una vez dejado atrás los momentos más familiares y entrañables, idílicos y frustrantes de Nochebuena, el espíritu navideño nos da tregua y empezamos a concentrarnos en Nochevieja…fiesta, diversión…y la antesala del Año Nuevo… con enormes posibilidades, esperando sea mucho mejor que éste y nos colme todos nuestro deseos… 


¡¡¡Y ojala!!!…pero no sé si verdaderamente hacemos lo posible para que sea así. Aparte de hacer esa lista interminable  de propósitos, que nos cae como una catarata implacable. Y digo interminable por cantidad y por calidad. Demasiadas buenas voluntades y poco contacto con la realidad de lo que somos, podemos o deseamos realmente…

Aunque si es un momento idóneo para pensar que Año Nuevo no significa vida nueva, ni Elisa nueva, ni Pedro nuevo… cómo algo mágico que ocurre cuando suenan las últimas campanadas y entramos en una vida ideal, tipo Cenicienta, pero al revés… Pero no nos desilusionemos si tenemos esto claro, es un gran paso… El primero para realmente poder reflexionar sobre nosotros, echar la vista para atrás en este año y pensarnos con nuestros aciertos y también con nuestros errores, con lo que cambaríamos  y con lo que tenemos que continuar y si cabe, profundizar… 

Pero entonces si no sirve escribir nuestra lista de propósitos ¿nos resignamos? O construimos nuestro proyecto vital, con ingredientes saludables, sabrosos y sobre todo,  a nuestro gusto. Tomándonos nuestro tiempo para ir eligiendo…
- Qué no sean un  plagio de lo que pensamos esperan los demás de nosotros…
- Qué realmente nos entusiasmen, nos apasionen al pensar en ellos… o bien por el placer inmediato o por la meta a largo plazo…
- Qué tengamos claro que toda cocción es lenta, con tiempo, esfuerzo e ilusión… no hay nada rápido ni mágico. Si a la primera de cambio me canso y ya me acechan las dudas “esto no es lo que yo pensaba, buff, yo paso”… Desde luego, ni esto ni nada, porque todo necesita pongas de ti, te entregues…
- Qué no vale retirarse cuando tropezamos con el primer fracaso. Porque sí,  volvemos a la comodidad de nuestra vida anterior, aunque más frustrados, más desilusionados y sobre todo con la autoestima más dañada…en ese continúo balanceo entre lo efímero de lo deseado y el aterrizaje en la cruda realidad… Y vendrán más años, más trenes… pero tú serás el mismo… ¡No lo dejes pasar!


domingo, 24 de junio de 2012

Nuestra imagen corporal


 “Tengo las caderas muy anchas, no me voy a poner pantalones ajustados”. O “Me da vergüenza ir a la playa y ponerme en bikini, tengo un montón de celulitis”...

¿Quién de nosotros no ha oído estas conversaciones o no lo ha pensado alguna vez, formando parte de nuestros diálogos internos? Y esto no nos engañemos no tiene que ver con que una persona sea atractiva o no,  la dificultad está en que  ellos no pueden mirarse así. Hacen una distorsión de su imagen: deformándola, fijándose en aspectos insignificantes, dándoles una importancia extrema hasta al punto que el resto del cuerpo deja de existir. Pero el proceso no termina aquí, adjudican a los demás sus angustias, pensando que sólo les van a ver en sus “defectos”,  los granos que me han salido en la cara, lo blanca que estoy o lo grande que tengo la nariz.

La imagen corporal es la representación mental que cada uno tenemos de  nuestro cuerpo, es decir, la imagen que cada cual tiene de sí mismo y el modo en que cada uno cree que los demás le ven. Es plenamente subjetiva y no depende de nuestro cuerpo real. Estando en relación directa con nuestra autoestima y nuestro autoconcepto, es decir, como nos sentimos y como nos valoramos. Esta imagen se irá construyendo desde que nacemos a partir de la mirada de las personas que forman nuestro entorno más cercano, de cómo ellos se estimen, porque serán nuestros modelos. Más tarde, pasaremos al contexto educativo que también nos dejarán una huella, según las experiencias que vayamos viviendo. Hasta llegar a la adolescencia, momento en que se produce una maremoto psíquico y físico, donde se dan enormes cambios físicos y emocionales, todo tiene que reajustarse para poder crear nuestra identidad.  Sin olvidarnos, que estamos inmersos en una sociedad en la que hay un culto al cuerpo, a la delgadez extrema, a la “belleza” y a la juventud eterna.

Lamentablemente todos estamos inmersos en este ambiente, habiendo personas que tienen más dificultades para aceptarse como son, con sus peculiaridades y no dejarse llevar por la moda, hasta el punto de que lo único importante es el aspecto físico, como si solo fuesen un cuerpo.  Pero no un cuerpo para cuidarlo, respetarlo y aceptarlo. Viéndolo como una parte, que no es el todo, la belleza está en el equilibrio entre lo físico, lo emocional, lo intelectual y lo psíquico.  En la esencia de las personas que somos internamente. Dependiendo de ello nos sentiremos a gusto en nuestra piel o intentaremos deshacernos de él, como si fuera un abrigo que ya no nos gusta,  lo desabrochamos y lo tiramos en un rincón.