martes, 23 de abril de 2013

La lectura ¿Obligación o placer?


Llega el Día del libro, San Jorge… ¿Y cómo no vamos a comprar un libro?  Nos lo envuelven y satisfechos con nuestra adquisición, nos dirigimos  para casa. Lo pondremos en la mesita de noche, con el propósito de usarlo como lectura para dormir y desde luego, puede llegar a ser un efectivo somnífero... Empezamos a leer, cómodos en nuestra cama, satisfechos de poner en práctica nuestra idea  y a mitad de página, estamos disfrutando…pero no del libro…sino de un profundo sueño.

Es conveniente, que esto no nos lleve al desanimo o a castigarnos, por sentirnos mal de “no tener voluntad”. Todos sabemos los beneficios de la lectura, pero también es importante comprender, que por mucho que nos propongamos algo firmemente, si no conecta con algo interno, con nuestro propio deseo, el recorrido de esta aventura va a ser muy corto…

¿Pero cómo despertar el placer por leer? ¿Cómo hacer para sentirnos cautivados por la lectura? Lo más importante para que un texto me atraiga, es que tiene que  ofrecerme algo, a saber,  un tema que  me interese, poder establecer un dialogo con el autor, acompañarle, pero desde una perspectiva “viva”. Creando y re-creando la lectura, no tengo por qué estar de acuerdo o sí, sólo es el lienzo donde yo también voy a dar mis propias pinceladas. Una lectura que me permita cuestionar, imaginar, disfrutar, frustrarme…

Para los aficionados al futbol, un periódico deportivo, les ofrece un montón de posiblidades en que se sienten motivados para empezar a leer y para continuar.  Leen cómo ha ido el partido, pero a la vez, se enfadan, porque no están de acuerdo con la tarjeta amarilla que le sacaron a tal jugador, discuten sobre el comportamiento del entrenador o se hinchan de orgullo ante el triunfo de su equipo, etc. 

Para los amantes de la aventura, una novela que sumerge al lector en mundos llenos de color y matices, lo van imaginando a su manera, conforme van leyendo, esperan un final u otro, les sorprende la reacción de un personaje o empatizan con otro, porque se sienten identificados…En definitiva, acaban sintiéndose protagonistas y no meros espectadores…

Y al hilo de esto, simplemente abrir la reflexión ¿Promovemos como adultos, seamos padres, profesores, etc la lectura en los niños? ¿No nos equivocaremos en la perspectiva y en vez de contagiar el entusiasmo por la lectura, estamos ahogándolo? ¿Nos situamos en la sociedad actual con sus propias características, aprovechándolas o por el contrario, nos cuesta adaptarnos? ¿Recordamos cuando éramos niños, sin perder nuestro lugar de adultos, provocando puentes hacía la fantasía y el juego, o anulamos cualquier posibilidad con nuestra imposición férrea?

No hay comentarios: