Cuantas veces hemos oído en conversaciones coloquiales, “menuda narcisista es…”, “va es que se monta
unas paranoias”, “el otro día, mi
compañera montó un espectáculo, es una límite total…”. Una se sonríe, pero no
puede evitar pensar que el diagnóstico ha sido bastante fino…
Un trastorno de personalidad, es
un patrón permanente de percibirse uno mismo y la realidad que le rodea.
Provocando, una forma de situarse en la
vida, que además de sufrimiento psíquico, le produce inadaptación, puesto que el
modo de interpretar lo que le sucede, está sesgado por su forma “particular”
de ver las cosas. Afectando a su pensar, sentir, actuar, relacionarse con los demás, controlar sus
impulsos, en definitiva, a todo su vivir. Produciendo, a larga, un deterioro en todas
las áreas de su vida: emocional, personal, social, familiar, laboral, etc. Puesto que son unas “gafas” permanentes y no
puede evitar ser quién es, esté donde esté. Aunque no sea conveniente, esto en
el mejor de los casos, lo podrá reflexionar después de haber “actuado”.
A continuación, voy a enumerarlos
y dar unas brevísimas pinceladas de cada uno de ellos, simplemente para saber
de que estamos hablando:
- Paranoide: Desconfianza y suspicacia general,
desde la edad adulta. De forma que las intenciones de los demás son
interpretadas como maliciosas. Cuestionando y sospechando sin fundamento real.
- Esquizoide: Un patrón general de distanciamiento
de las relaciones sociales y restricción de la expresión emocional en el plano
interpersonal. Ni desea ni disfruta las relaciones íntimas.
- Esquizotípico: Déficit social e interpersonal
asociado a malestar agudo y una capacidad limitada para las relaciones
interpersonales. Así como distorsiones de pensamiento y perceptivas, unido a
excentricidades del comportamiento.
- Antisocial: Desprecio hacia los derechos de los demás.
Fracaso para interiorizar las normas sociales. Falsedad. Incapacidad para
pensar en el futuro. Irritabilidad y agresividad concurrentes. Irresponsabilidad.
Falta de deseo de reparación por el daño causado.
- Limite: Inestabilidad en su estado anímico. Relaciones
personales intensas e inestables (pasando de la idealización a la devaluación).
Dificultad para controlar los impulsos y la agresividad. Identidad alterada, sobrevalorando la
autoimagen.. Sensación de vacío. Sintiéndose en una “montaña rusa” emocional continua.
- Histriónico: Excesiva necesidad de atención,
sintiéndosen “invisibles” si no son los protagonistas. Mucha expresividad emociona,
teatralidad. Interacciones “teñidas” con
frecuencia con matices seductores. Apariencia física usada como forma de atraer
la atención.
-Narcisista: Está envuelto en una grandiosidad en
su imaginación y en su comportamiento. Se siente “especial”. Necesidad de
admiración. Falta de empatía. Espera una adaptabilidad a sus expectativas
automáticas. Trato explotador con los demás. (Pero no nos engañemos, esta estructura
esconde unas carencias de narcisismo importantes…).
- Evitación: Una inhibición social general, por
miedo a la crítica o el rechazo. Sentimiento de insuficiencia. Sólo se
relaciona si tiene seguridad de agradar. Recelo de las relaciones intimas por
el riesgo a ser avergonzado. Evitación situaciones nuevas, por miedo a salir
mal parado.
-Dependencia: Necesidad general y excesiva de que
se ocupen de uno. Miedo al abandono. Comportamientos de sumisión y de “quedarse
pegado”. Dificultad para hacerse cargo de su vida. Miedo a crear discrepancias.
Dificultad severa para estar solo. Encadena una relación con otra, para
sentirse sostenido.
-Obsesivo-compulsivo: Preocupación excesiva por
el orden, la limpieza. Búsqueda de perfeccionismo, al límite de no poder llegar
a culminar algo. Intento de control mental e interpersonal, sacrificando la
naturalidad, la espontaneidad y la flexibilidad. Austeridad y rigidez.
Y para terminar, una sugerencia…
Si al ir leyendo, ¡de pronto! os habéis sentido reconocidos en ciertos aspectos,
por favor, no os asustéis. Todos, absolutamente,
todos, tenemos rasgos… no siendo lo mismo que un “patrón de personalidad” ya
instaurado.
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