domingo, 23 de febrero de 2014

Madres de todos los colores

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Oímos la palabra madre,
y parece que todos a la una, 
con una sincronización magistral,
pensamos en la MADRE,
esa madre con mayúsculas,
madre primordial, casi madre Naturaleza..
Una madre que provee de todo, 
para la que somos Todo, 
casi en un estado oceánico.

Pero yo he conocido tantas madres...
mi propia madre, la madre de mi madre,
mi  reflejo a veces satisfecho y otras,
 a hurtadillas, escondiéndose entre espejos.
Las madres de muchos hijos,
que se encontraron conmigo,
y me hablaron con sus silencios,
sus miradas extraviadas y sus gritos mudos.

También madres
que sin muchos aspavientos,
sostienen a sus hijos, 
conectadas emocionalmente, 
haciendo lo que pueden, 
en definitiva, siendo unas madres
suficientemente buenas...

Y aunque, me hubiera gustado 
no verlas, no escucharlas,
manteniendo inmaculado el ideal de madre, 
tropecé con madres locas, que enloquecen, 
madres desesperadas, que desestabilizan, 
madres invasivas, que ahogan,
madres controladoras,que aplastan, 
madres que no pueden hacerse cargo de ellas mismas, 
cómo van a sostener en un cálido abrazo a sus hijos,
cómo poder evitar apretarles, 
zarandearlos o dejarlos caer...

Hay tantas madres, 
como mujeres que traen 
al mundo a sus hijos.
Madres que los llevan en su vientre,
los paren...y luego...
no saben cómo es ser mamá...
Y entonces, pienso triste, 
cuando dicen que madre sólo hay una, 
y ¡¡afortunadamente!!
porque en algunos casos,
con una, basta y sobra.

Pero todas son madres,
que fueron hijas, 
que tuvieron una historia
que no eligieron
y que probablemente, 
les pesó demasiado, 
para construir algo distinto...


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