San Valentín, día de
los enamorados, dulce amor…
“Mañana es San Valentín y todavía no le he cogido
nada a Pedro” me decía Marta en medio de la sesión. Ante la pregunta ¿cogerle?
Continua “es que no sé el qué y nada me hace ya ilusión, se ha convertido en
una rutina, pero si no lo haces es como que quedas mal. Imagínate que él me
trae algo y yo no tengo nada (se ríe) o me preguntan mis amigas”.
Parece que la mayoría
tenemos presente este día, para bien o para mal, es nombrado y polémico. Unos
lo ven desde el romanticismo, porque no tener un día y vivirlo con ilusión. Es
hermoso ¿Y por qué no? La pregunta que viene luego es ¿Por qué no vivirlo
“todos” los días?
Otros argumentan que es
un día plenamente consumista, característico de esta sociedad, en que los
centros comerciales se ponen las botas. Pues sí, eso parece. La cuestión es por
qué tiene que ser así. ¿Siempre hay que gastar para demostrarle a nuestra
pareja que lo queremos? Quizás, como ahora decimos que hasta respirar cuesta
dinero, nos hemos olvidado que hay detalles, curiosamente los más valiosos, los
que nos nacen desde el corazón, que son gratis. Un beso con cariño, una caricia
suave e inesperada, una mirada cómplice, un ser creativo y preparar algo “especial”
y entonces se nos enciende “la bombilla” ya estamos con especial, ¡a comprar!…
no, no es necesario, detengámonos y pensemos en algo distinto, un encuentro
romántico, una carta, una provocación, un renovar nuestra pasión y deseo
sexual, pueden ser tantas cosas…
Porque señores, no hay
nada que sea más mortífero para el amor y para una relación de pareja, que los
corsés de la obligación (tengo que regalarle), vivir algo como una carga (imagínate
que él tiene algo o si me preguntan mis amigas) y dejarte que te invada la
monotonía y la apatía (ya nada hace ilusión). Desde luego, con esta perspectiva,
no me extraña, no hay mucho calor ni emoción ¿Pero dónde se quedo? Tal vez en nuestra comodidad, en sentir a
nuestra pareja segura, en mirar para otro lado. Y mientras tanto podemos entrar
en debates intelectuales, sentirnos salvados y tranquilos en compañía de
nuestra lógica.
Pero en el fondo, si
conectamos con nosotros mismos y nos olvidamos del ruido del afuera, no sería hermoso cuidar mi relación, improvisar,
dejarme llevar…no por ser San Valentín, sino porque mi pareja está ahí y quizás
hace tanto que no se siente mirad@, desead@, cuidad@…
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