martes, 29 de octubre de 2013

Se nos olvidó comprar las cortinas para nuestras ventanas virtuales


Ayer iba escuchando la radio, mientras volvía a casa, cuando comentaron la noticia del espionaje perpetrado en el teléfono móvil de la señora Merkel. De pronto, salto a la palestra, la voz de otro personaje público confirmando que él también había sido espiado. Y sólo parecía la punta del iceberg…

La primera sensación, fue,  un tanto de perplejidad ante la naturalidad con que se reconocían estos hechos. Lo que me ha llevado a reflexionar sobre el tema, de cómo estamos adormecidos plácidamente en los brazos de las nuevas tecnologías, disfrutando de los enormes beneficios que nos permiten (hace un tiempo, impensables)… Pero, a la par, me doy cuenta que este estado de bienestar, nos impide reconocer ciertas voces que nos señalan la conveniencia de preservar nuestra privacidad.

¿Quién no ha escuchado cuando nos advierten  de apagar la webcam del ordenador o taparla cuando se trabaja con él? ¿O haciendo alusión al caso con el que he comenzado…escuchamos cómo los teléfonos son intervenidos y la intimidad de esa persona…es aireada? Se hablan de sistemas informáticos encriptados para protegerse de hackers… Incluso de cómo determinadas palabras “claves” consideradas dignas de desconfianza, al ser escritas en las redes sociales, parece que pueden saltar “alarmas” en determinados ámbitos… Si, quizás estáis pensando pero esto pasa sólo a determinadas personas o es de película… Y es cierto, según mi humilde opinión, son cuestiones que no logro vislumbrar el alcance que pueden tener, de hecho recién, estoy empezando a adquirir el idioma (nivel iniciación). Lo que puede llevarnos por momentos a confundirnos con la ciencia ficción que no sé si en ocasiones ya está llamando a nuestra puerta…

Pero yo me pregunto, algo que no deja de resultarme paradójico, cómo una sociedad que busca la seguridad, desde lo más cotidiano de nuestras casas, con ventanas cubiertas por persianas y verjas, puertas blindadas, alarmas conectadas y en lo externo, cámaras vigilando  centros comerciales y calles, etc...No se nos pasa por la cabeza, aunque sea comprar unas tenues cortinas que logren cubrir esas “ventanas virtuales”, que tan alegremente dejamos al descubierto.

¿Acaso nos estamos contagiando de otras naciones…y pensamos que para salvaguardar una seguridad de más alto nivel, merece la pena hipotecar nuestra libertad, sacrificar nuestra privacidad? O simplemente, es que nos cuesta mirar lo que está ocurriendo, elaborarlo, porque ha sido algo tan rápido e impensable que todavía no hemos despertado…


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